La noche del pasado viernes, me encontraba de nuevo perseguida por las deprimentes gotas de lluvia hacia el cálido abrazo de una nueva cena de Chefugee, de Madrid For Refugees. Esta vez, fui recibida por sillas de lona plegables alrededor de mesas largas colocadas por los voluntarios. Numerosos platos exhibían de forma tentadora comida colorida de todo el mundo colocadas ante la expectación de estómagos curiosos que pronto podrían disfrutar de ella. Chefugee Old World estaba listo para comenzar.
Esta noche involucraba un cambio en los procedimientos normalmente llevados a cabo en Chefugee. Como siempre, chefs refugiados remunerados enseñaron su destreza culinaria a los comensales en la encantadora y emocionante experiencia cultural que Chefugee es siempre. Esta noche, sin embargo, fuimos regalados con una parte de historia en el llamado Chefugee Old World. Los cocineros eran naturales de regiones ricas que una vez pertenecieron a la Ruta de la Creciente Fértil y la Ruta de la Seda, de este modo nuestras papilas gustativas fueron de tour por las antiguas civilizaciones y tradiciones culinarias. Esto fue también la inauguración del nuevo espacio donde se realizaría Chefugee en El Gabinete. Un museo recientemente reabierto como espacio de eco-working, que provee el perfecto fondo complementario para el tema histórico con una enorme colección de peculiares artefactos desordenados por las paredes llamándonos hacia el pasado.
El reparto de la noche incluía un diverso, talentoso, y siempre sonriente equipo de cocineros. Radicha, de Marruecos, voló a Siria con su marido y trajo con ella una dinámica metodología siendo mánager comercial en Marruecos y profesora de francés en Siria. Representando a Irak estaba Eshrak, madre de seis hijos con un título en economía del que presumir. Acompañándoles estaba Usma, una joven y talentosa chef afgana recientemente contratada en un restaurante turco, y Hevin, quien acaba de llegar de Siria con su marido y su joven hijo. Presentaron un menú que debería ser una página rasgada de un libro de historia con cada plato marinado en tradición. Podíamos elegir entre una amplia selección tentadora de platos ejecutados con destreza como hummus sirio o el refrescante postre de yogurt y pepino iraquí, y atrevidos sabores como las albóndigas de pollo afganas y la ensalada de gambas marroquí. La fascinante variedad para elegir fue elogiada por todos los presentes; «La mezcla de sabores conocidos y desconocidos es fascinante, ¡está buenísimo!» dijo alguien satisfecho.
El tema del mundo antiguo tenía un objetivo más allá de crear un menú muy apetitoso y fascinante; buscaba expandir el espíritu de Chefugee de cambiar perspectivas activamente y desarrollar una mayor conciencia de las culturas de donde proceden los refugiados. Los países que fueron representados en este evento son conocidos porque normalmente aparecen en los principales medios de comunicación como países devastados por la guerra, y países llenos de conflictos. Una de las organizadoras del evento, Natalia, hacía énfasis en que el tema era desarrollado para cambiar nuestra conciencia colectiva hacia una perspectiva más positiva, considerando en su lugar «sus ricas culturas, su larga historia, y por supuesto, su deliciosa comida». Esto no se perdió en los cocineros o en los platos ya que cada chef escogió platos tradicionales y Hevin explicó cómo cocinar es una parte muy importante de la cultura siria, mientras tanto los asistentes se maravillaban ante la increíble oportunidad de conectar con las culturas que los cocineros dejaron detrás pero al mismo tiempo trajeron con ellos.
La nueva casa, El Gabinete, se prestó sin ningún reparo a Chefugee. Después de dos años cambiando siempre de lugar, el espacio aportará definitivamente, como explicó Natalia, «un agradable sentimiento de “asentamiento”» para Chefugee. El gran espacio abierto es la olla perfecta en la que diversos ingredientes de este evento pueden hervir de maravilla en la efectiva integración que se pretende conseguir.
Un cálido ambiente de conversación ocupó la sala mientras el postre era servido a los 40 invitados. Estaba claro que una vez más Chefugee consiguió la experiencia a la que siempre aspira de una buena comida. Si ello puede ser ayudando a los cocineros a perfeccionar habilidades prácticas como explicó Eshrak que nunca había cocinado para tanta gente antes, pero fue una buena práctica, o en palabras de Rachida abriéndome nuevas puertas, y dándome algo nuevo, algo fresco, y todo mientras los invitados podían probar una serie de sabores antiguos. Aquellos regalos eran fáciles de elogiar en esta ocasión, un comensal describió cómo fue conmovido por este maravilloso evento donde se alcanza la integración mediante el intercambio cultural. Y por supuesto no debemos olvidar aplaudir al inestimable ingrediente de la noche, el laborioso trabajo de los voluntarios, quienes estuvieron allí antes y después de que cualquier plato estuviera servido.
Mientras los cocineros se despedían de los invitados, Hevin, a través de su intéprete Lina ‒ la talentosa hija de Eshrak ‒, nos dijo cortésmente «lo más importante es que hayáis disfrutado de la comida». El desinterés de esas palabras fue igualado solamente por la gratitud de los invitados en un estallido de aplausos asegurando a los chefs que la comida fue disfrutada definitivamente.
Mientras que esta noche ha llegado a su final, tu oportunidad de participar en un evento con una deliciosa conciencia cultural no lo ha hecho; en junio llega el Refugee Food Festival el cual significa una semana entera de Chefugee. Se publicará más información a lo largo de la semana siguiente más o menos, en redes sociales y en este blog, asegúrate de no perdértelo.
Escrito por Sam Allan
Traducido por Pilar Lomas