La tarde del jueves pasado, el cuarto chef del Refugee Food Festival de Madrid, Ahmad A., se encontró sentándose silenciosamente en un rinconcillo del restaurante L’Artisan Furansu Kitchen escuchando el zumbido contento de comensales disfrutando sus destrezas culinarias. Ahmad estaba aprovechando un momento de descanso necesario después de un día repleto de preparaciones para la cuarta comida del festival y sus muchos comensales hambrientos.
“Cocinar me emociona, me encanta hacerlo todo el tiempo,” me contó Ahmad, mientras bebía a sorbos un gin tonic bien ganado. Desde su llegada a Madrid hace tres años, la chef sudanés sí se ha asegurado de que cocina casi todo el tiempo. A pesar de tener unos meros 23 años, ya ha perfeccionado sus destrezas en talleres de cocina y ha trabajado en varios cafeterías y restaurantes españoles y árabes por Madrid. Recientemente, colaboró con el equipo “Chefugee” del MFR cuando sirvió sus deliciosas creaciones en la cena de febrero, también celebrado en L’Artisan.
Esta tarde Ahmad volvió a impresionar con una selección exquisita de Sudán y Egipto. De entrante, los comensales disfrutaron una mezcla única de especias en los falafeles egipcios, que llevaron encima una salsa cremosa de cacahuate con una dulce ensalada de piña aparte. Después, se devoraron unas koftas ahumadas que constituyeron el plato principal, y rematamos la cena con un postre increíblemente suave: natillas de azahar y espuma de pistacho.
El personal de L’Artisan Furansu Kitchen volvieron a dar la bienvenida a Ahmad y el Refugee Food Festival con mucho entusiasmo después de participar en la edición del año pasado. Cuando hablé con co-dueño Stephane sobre su participación, me lo explicó: “miras la situación actual y tienes que formar parte de un evento como este.” Añadió, “hoy es Ahmad, mañana podría ser yo, fácilmente.” Esta pasión se refleja en el apoyo impecable que ha aportado el restaurante al festival y al proyecto “Chefugee” en general, como ha constituido un sitio crucial tanto para las dos ediciones del RFF como para las cenas de “Chefugee.” Esta tarde no fue una excepción; dueños Stephane y Giselle y el personal trabajaron incansablemente con Ahmad para asegurar el éxito de la noche.
Y sí que fue exitosa. El restaurante de fusión francés-japonés rebosaba de comensales explorando las ricas tradiciones culinarias de Sudán y Egipto, lugares que muy a menudo son representados de manera negativa en los medios. Ahmad explicó que “la comida puede ser un proceso de entender lo que significa ser un refugiado,” mientras disfrutaba la oportunidad de exponer un sabor vibrante y positivo de la cultura que simultáneamente dejó y llevó consigo.
Pronto Ahmad había dejado la comodidad silenciosa de su rincón para saludar a invitados y promover el “proceso de entender” por el que ella, y el festival en conjunto, continúan luchar. Su vivacidad amable se reflejaba en la gente a la que conoció mientras las estigmas se derrumbaron en el nombre de buena comida.
Refugee Food Festival – Website y Facebook
Escrito por Sam Allan
Traducido por Anna Krainc
Fotografía por Jane Mitchell