“Le encanta hablarle a la gente sobre su comida” me dijo un voluntario de MFR recién llegaba al brunch del pasado sábado en el restaurant Elektra. “Él le tiene una historia distinta a cada arepa que cocina.”
El Chef José Valentín se encontraba atrás de la mesa del buffet en la terraza sombreada de Elektra, sirviendo una variedad de sus platos favoritos: una ensalada de frutas remojada con jugo de guayaba, el famoso pan venezolano con jamón y aceitunas, dulces de todas formas y tamaños. En el quinto día del Refugee Food Festival, los invitados tuvieron la oportunidad de interactuar con Valentín mientras armaba sus platos enfrente de sus ojos. Parecía que con cada plato que le pasaba a los comensales iban acompañados con una historia. Mientras más escuchaba estas historias, más entendía el significado de cada plato.
Por ejemplo “El asado negro”, es un filete de res servido una salsa de vino tinto. Acorde a Valentín, el plato surgió accidentalmente cuando la esclavitud aún estaba presente en América. En Caracas, había una familia adinerada que tenía a una mujer esclava en su cocina. Un día mientras preparaba la cena, quemó la carne del plato principal. Sabía que no podía servirlo y estaba aterrorizada de decirle a la familia sobre el error. En vez, se le ideó una manera de salvar la carne e inventó un nuevo plato, el cual terminaron amando.
También me contó la historia de los tequeños, una pasta con forma de dedo relleno de queso o chocolate rociado con mermelada. Fueron llamados así tras el pueblo rodeado de montañas en Venezuela, Los Teques. Así fue como un panadero en ese pueblo tuvo la idea de re utilizar la masa que le sobraba de las empanadas para que no se desperdiciara. El panadero envolvió las tiras de masa a cualquier ingrediente que estuviera disponible en su tienda, normalmente con ingredientes dulces y después los horneaba para enviarlos a la ciudad. Antes de darse cuenta, los tequeños se convirtieron más populares que las propias empanadas.
Para terminar, Valentín me contó la historia de las arepas. Describió una era en la historia en Venezuela cuando un dictador implementó políticas estrictas para hacer crecer la economía del país y acelerar el desarrollo. Lo ejecutó, forzando a los venezolanos que trabajaran un mínimo de 12 horas al día. Valentín comentó que la única manera que lo lograron, fue con toda la energía que las arepas les proporcionaban. Así fue como en esta época las arepas explotaron en popularidad a través del país.
Eventualmente, unos hermanos re imaginaron el plato, que había sido visto por mucho tiempo como el plato de la clase obrera y lo convirtieron en un plato caché. Idearon la arepa de “La reina pepiada” utilizando todos los ingredientes más caros como el pollo y el aguacate. Para contrastarlo crearon una jugosa arepa llamada “La peluda” combinando carne deshebrada con queso.
Al compartir estas historias, Valentín no solo ofreció una comida increíble a los invitados pero también el contexto en el cual fueron creadas y usadas en su país. Estas historias resaltaron la creatividad y el carácter de los venezolanos. Le hacen honor a la historia del país y proporcionan una pequeña muestra de su cultura y estilo de vida que los invitados pudieron saborear.
“Quiero hacer sentir a los invitados como si estuvieran en Venezuela”, comentó Valentín. Lo hizo al llevarnos ahí con sus palabras y conectándonos con anécdotas sobre la comida que preparó. El resultado fue una comida que fue equilibradamente deliciosa e intrigante, servida por un chef que fue capaz de transmitir la esencia de la cocina de su país, no solo a través de su trabajo diligente en la cocina, también a través de su espíritu para contar historias.
Refugee Food Festival – Sitio web y Facebook
Escrito por Danielle Jacques
Traducido por Rocío Argueta
Fotografía por Jane Mitchell